sábado, 20 de agosto de 2016

Ritual en Endingen.




En la Pascua del año 1470 se vino abajo el osario de la iglesia parroquial de San Pedro de Endingen y tuvo que ser demolido. Al recoger los huesos para volver a darles sepultura, los operarios encontraron los restos de un hombre, una mujer y dos cuerpecitos sin cabeza. Alguien recordó que ocho años atrás, en 1462, muchos judíos se habían congregado en la casa de Elías para celebrar la Pascua, y habían acogido a una familia de pordioseros. Sospechas de asesinato se cernieron sobre los judíos de Endingen. Según la tradición oral, el Burgomaestre y el consejo de Endingen escribieron al Archiduque Segismundo de Innsbruck, heredero de las tierras de los Habsburgo en el Alto Rhin, que encomendó la investigación al gobernador Karl, margrave de Baden. Karl ordenó que se arrestara a los judíos de Endingen.

El 24 de marzo, los magistrados arrestaron a Elías de Endingen y a sus hermanos Eberlin y Mercklin. Así comenzó el tristemente célebre juicio del crimen ritual de Endingen, que concluyó con la ejecución de los tres hermanos y la expulsión de las demás familias judías.

Según el sumario, conservado en el archivo de la ciudad de Freiburg, las confesiones se produjeron del siguiente modo:

El sábado anterior al domingo de Pascua (24 de marzo) del año de Nuestro Señor de 1470, Elías, un judío de Endingen, fue arrestado e interrogado acerca de lo que sabía del asesinato cometido en Endigen años atrás por los judíos, "porque es bien sabido que nadie más que los judíos podían haberlo cometido." En primer lugar debía contestar si sabía que años atrás unos pordioseros habían utilizado su cobertizo de esquilar para alojarse. A lo que Elías contestó, sin ser sometido a tortura, que tiempo atrás, puede que unos ocho años, unos pordioseros estaban descansando en su camino, buscando donde alojarse. Se trataba de un hombre, una mujer, dos niños y un potro. Su mujer, Serlin, los invitó a guarecerse en el cobertizo, en donde había paja más que suficiente para sus lechos. Entonces aquella pobre gente entró en la cabaña con sus dos hijos. Después se preguntó a Elías que quién los había asesinado y quién más estaba presente. A lo que contestó que el crimen fue cometido aquella misma noche en el cobertizo, por los judíos Mennlin, Mercklin, Leoman, Hesman el joven, Matthew y otro judío vagabundo. Lo hicieron entre todos y aquella misma noche sacaron los cuatro cadáveres por la puerta de atrás de la cabaña hacia el camino, pasando junto a la casa de Cunlin Bender, en dirección al osario.




Luego preguntaron a Elías si estaba en el cobertizo en ese momento y qué había hecho. A lo que contestó que no estaba presente, pero se había quedado vigilando junto a la casa. Los otros le dijeron que esperara allí y siguió sus órdenes; no obstante fue al cobertizo a ver lo que le estaban haciendo a los mendigos, y a través de un agujero de la puerta vio como cada uno se ocupaba de dar muerte a uno de los pordioseros con una hoz y luego los sacaban por la puerta de atrás para llevarlos al osario. También dijo que su hermano Eberlin estaba esperando en el camino, cerca del puente. Elías dijo que los otros recogieron la sangre de los niños en un vaso y dejaron sus cabezas en su habitación.




Elías confesó a los magistrados que Mennlin y Hesman trataron de sobornarle para que no hablara, pero no aceptó. Entonces le amenazaron de muerte y le advirtieron que no hablara con el consejo judío de ancianos; si los denunciaba lo implicarían a él también. Después, Mercklin entregó dinero a Serlin, su mujer, para comprar su silencio. Elías descubrió que los cuerpos habían sido enterrados en el osario del cementerio cristiano; si los encontraban se sospecharía de los cristianos y no de los judíos. Para encubrir el crimen, los asesinos se pusieron de acuerdo en declarar que habían estado rezando, en el caso de que alguien hubiera escuchado los gritos de los infelices mendigos. Al fin y al cabo, se estaba celebrando la Fiesta de los Tabernáculos. Más tarde, Mennlin dijo a Elías que habían vendido la sangre a un tal Leo, un rico judío de Pforzheim, y que el vagabundo judío se había ido a lomos del potro. Cuando se le preguntó por las cabezas de los padres, Elías dijo que sólo había visto las de los pequeños, un niño y una niña.

Luego vino el turno del interrogatorio de Eberlin, que confesó sin ser torturado. Mencionó una reunión en casa de Elías en la que se decidió asesinar a la familia cristiana. Su misión era vigilar junto al puente. Los culpables habían sido los seis hombres que había citado Elías. Al preguntarle para qué necesitaban sangre cristiana dijo que era para la ceremonia de la circuncisión. Primero se había asesinado a los adultos y a continuación a los niños, después de darles leche -se supone que caliente- para que durmieran profundamente. Al final, Eberlin se vino abajo y dijo que quería convertirse al cristianismo y ser un buen cristiano hasta el fin de sus días.

Dos días después se interrogó a Mercklin, a quien se informó que sus dos hermanos, Elías y Eberlin, habían confesado quienes habían sido los culpables y cómo se había cometido el crimen. Mercklin replicó que si ya lo sabían no era necesario que él dijera nada. Sometido a tortura, confesó haber cortado la garganta de la mujer, mientras el marido había sido asesinado por el vagabundo. Ambos estaban despiertos. Después sacrificaron a los niños, que estaban dormidos, y recogieron su sangre. Como era el más fuerte, se encargó de llevar el cuerpo del hombre al cementerio, mientras que los demás llevaban el de la mujer y los de los niños decapitados. Los enterraron en un hoyo, que cubrieron con huesos.




Los magistrados preguntaron a Mercklin si habían usado la sangre de los adultos. Contestó que no, que sólo habían recogido la sangre de los niños y que el cuádruple crimen se había cometido por ese motivo, porque la sangre de los cristianos tenía poderes curativos, para curar la epilepsia y por su sabor. Acabó confesando que la necesitaban para la ceremonia de la circuncisión.

Se acordó condenar a muerte a los acusados. La fecha de la ejecución se fijó para el cuatro de abril. Los tres hermanos fueron desnudados, envueltos en cuero seco, arrastrados hasta el lugar de la ejecución y quemados en la hoguera.

Había sido una puesta en escena ideal. Un hombre y una mujer, con un potro -el borriquillo- que se alojan en un establo y duermen en lechos de paja. Eran las víctimas perfectas. El evidente paralelismo con la Sagrada Familia era demasiado tentador.

Según R. Po-chia Hsia, hay ciertas discrepancias entre otras dos copias de las confesiones que han llegado hasta nosotros, que se conservan en los archivos de Frankfurt y Estrasburgo. Basándose en dichas divergencias, R Po-chia Hsia deduce que los textos no son fiables; además, se había presumido desde el primer momento que los acusados eran culpables, la confesión de Mercklin había sido obtenida bajo tortura y las otras ante la certeza de padecerla en caso de negarse a testificar.

Se desconoce que fue de los demás implicados en el crimen: Mennlin, Leoman, Hesman el joven, Matthew, el vagabundo, Serlin y Leo de Pforzheim, el rico judío que adquirió la sangre de los desventurados niños.

La advertencia que recibió Elías para que se abstuviera de denunciar el crimen ante el consejo judío de ancianos deja claro, una vez más, que este tipo de rituales es practicado por una secta que se esconde en el seno de una comunidad que los rechaza.




Fuentes:


R. Po-chia Hsia. The myth of ritual murder. Jews and magic in reformation Germany.


17 comentarios:

Anónima dijo...

Es un lugar con "su" historia. Siglos más tarde:
http://www.wikiwand.com/es/Anna_Schnidenwind

Unknown dijo...

Glad to read that! Good luck with the paper.
sombras

Anónimo dijo...

Lo de dos cadáveres a los que le falta la cabeza me suena de algo...

Unknown dijo...

El Gran engañador llaman a Satanas y por algo debe ser, toda la vida pensando que eran buenos, pobrecitos todo el mundo pensaba y que malvados los cristianos. El velo del engaño se empieza a descorrer

Anónimo dijo...

Y si los demás judíos rechazan a esta secta, ¿porqué mantienen un silencio cómplice en vez de hacerles frente?

Nozick dijo...

No es un silencio cómplice sino, probablemente, miedo. Como hay miedo en todos los países del mundo en los que hay algún tipo de asociación mafiosa, terrorista, o sectaria violenta. Es algo que se viene denunciando desde tiempos bíblicos, estando prohibido el consumo de sangre porque es "la fuente de la vida". Además, la inmensa mayoría no saben nada del tema. Los hay que les hacen frente, como Ariel Toaff, y mira como terminó. Acabó abjurando y publicando una edición "revisada" de su libro, Pascua de sangre. Los que tocan el tema son señalados como antisemitas si no son judíos y como self-haters si lo son. Es el típico recurso a envolverse en la bandera. Se pretende hacer creer que no se ataca a la secta -que vulnera la propia ley judía- sino que se ataca a todo el pueblo en su conjunto. Hay muchos más casos de denuncia similares. Confiemos en que algún día triunfe el bien.

Anónimo dijo...

Si el resto de la comunidad siente miedo de denunciar a las escasas familias que sigan participando en estos macabros rituales, será porque todos ellos conocen muy bien el trasfondo del asunto, asunto que como bien dices no es nada nuevo sino que parece tener una vigencia milenaria.

Anónimo dijo...

http://murderpedia.org/mal…/m/misskelley-jessie-photos-2.htm
https://en.wikipedia.org/wiki/West_Memphis_Three
http://law2.umkc.edu/…/p…/ftrials/memphis3/memphis3home.html
West Memphis 3 Original Crime Scene footage:https://www.youtube.com/watch?v=yVmzB8Fubbw
sobre uno de los crímenes más horribles ocurridos en Estados Unidos. A pesar de no recibir el apreciado galardón, este documental ha logrado el mejor de los premios posibles: conseguir la libertad de tres jóvenes que pasaron 18 años en la cárcel por unos crímenes que no cometieron.Los hechos se remontan al 5 de mayo de 1993, en la ciudad de West Memphis, Arkansas. Los cadáveres de tres niños de tan sólo ocho años con brutales signos de violencia son encontrados en las colinas de Robin Hood. La imagen es dantesca. Los cuerpos de Christopher Byers, Michael Moore y Stevie Branch están desnudos y atados de pies y manos con los cordones de sus propios zapatos. Los tres pequeños fueron salvajemente golpeados y torturados; con uno de ellos, Christopher Byers, la crueldad fue extrema. Sufría laceraciones por todo el cuerpo y la mutilación de su miembro.http://www.lavanguardia.com/…/paradise-lost-3-purgatory-ado…

Anonymous Message to West Memphis PD, Governor Beebe and Terry Hobbs:https://www.youtube.com/watch?v=it5pxdLxnPo

Satanic rituals. June 5, 1993(murderpedia.org)

Anónimo dijo...

http://invdes.com.mx/ciencia-ms/1955-hallazgo-podria-confirmar-siniestra-leyenda-griega.html

Anónimo dijo...

Pues si no han resuelto sus problemas, diferencias y conflictos internos desde los tiempos bíblicos hasta ahora, dudo que lo vayan a hacer a estas alturas.

Nozick dijo...

Me parece que nosotros, españoles, no somos por desgracia quienes podemos ir dando lecciones de resolución de conflictos internos, problemas y diferencias.

Anónimo dijo...

http://www.tutiempo.net/luna/fases_5_1993.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%A9saj_Sheni

Anónimo dijo...

¡Qué horror! El cobertizo convertido en un matadero.

Anónimo dijo...

¿Elías no era rabino? Había leído en alguna parte que sí.

Anónimo dijo...

Eso parece. Se puede leer aquí:
https://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/judaica/ejud_0002_0006_0_05944.html

Anónimo dijo...

Christopher Byers (que comenta Anónimo más arriba),crueldad extrema, laceraciones y mutilación, me ha recordado a Fredy, si,de La Ilustre Degeneración.

Anónimo dijo...

Es un hecho que a lo largo de los siglos los judíos fueron expulsados de infinidad de países y en algunos de ellos en varias ocasiones, algo que no es políticamente correcto recordar. Aquí no nos estamos refiriendo a las élites sino a familias judías corrientes y molientes que vivían en pequeñas localidades y mantenían costumbres ancestrales que incluían el crimen ritual. Da pavor imaginarse que esta situación siga ocurriendo a día de hoy y que las autoridades opten por ocultarlo.